"Some time later"

sábado, 22 de marzo de 2008

Una poética de la feminidad



"Poner límite a la mujer es poner freno al mar." (Lope de Vega)

"On ne naît pas femme; on le devient." (Simone de Beauvoir)

Con motivo del día de la mujer trabajadora, y harta de pensar en actividades para la Semana de la mujer para mi escuela de adultos, se me ocurrió como alternativa celebrar la "Semana de la mujer literata".
¿Por qué no celebrar simplemente a la mujer artista, en este caso poeta, para darla a conocer mejor, y de paso disfrutar de la libre circulación de poesía?
Propuse enviar e-mails a discreción con un "verso del día" o "poema del día" escrito por una mujer; a gusto de cada cual.

El resultado ha sido sorprendente. Muchas se sumaron a la propuesta, de modo que cada día abría el correo con la ilusión de ver qué nuevos versos volaban hasta mi ventana.

Quiero dar a conocer el resultado de este libre devaneo poético, para que no se quede en el olvido. (Con la venia de las autoras y literatas, los divido por temas grosso modo para que sea más fácil tener una visión global.)

Revisando todos los versos enviados, compruebo que algunos hablan de la condición de la mujer, y también de la emoción amorosa, pero no la mayoría; más mayoritariamente tratan del sentimiento de desarraigo, de las ansiedades que conviven con las vivencias más cotidianas; como paisaje de fondo, se dibuja el tema de la "salvación por la palabra", cómo la vivencia literaria puede dar sentido a la búsqueda del yo.

La conquista del mundo exterior indudablemente se ha llevado a cabo en la mujer del siglo XXI; ahora el reto mayor es compaginar el mundo interior con el entorno exterior de un mundo que ha privilegiado la velocidad a la armonía. ¿Por qué no pensar que para eso sirve la poesía?

Un abrazo para todas las mujeres valientes, tozudas y curiosas, que tengo la suerte de tener por amigas; y también a cuantos hombres y mujeres sean receptivos a la fugaz luz que emana de un verso.

Os invito a introducir comentarios añadiendo versos o comentarios al gusto...

CONDICIÓN DE LA MUJER


"Obrim una finestra

en aquest cel tancat"


(Maria Mercè Marçal)


"Pero no

no he de coger la pretendida rosa

aunque se apague mi alegre primavera

aunque se cubra de nieve la hermosa cumbre,

aunque Penélope se disfrace de sirena

y no quiera ahogar sus cantos

y 0persista en su empeño de deshojar margaritas.

No, no desa rosas.

Penélope prefiere el mar."

EMOCIÓN AMOROSA


"Je suis un tremble:

une arbresse frileuse,

amoureuse et jouisseuse,

Frémissante d'émoi,

Dans le vent de tes doigts..."


"Ya no será la paz.

Han besado

mis ojos

tu terrible desnudo."


(Ada Salas)


"Sois lo bendito

hombres que me servisteis de verano."


(Carilda Oliver Labra)



DESARRAIGO


"Expuesta a todas las perdiciones,

ella canta junto a una niña extraviada

que es ella: su amuleto de la buena suerte."


(Alejandra Pizarnik)


"explicar con palabras de este mundo

que partió de mí un barco llevándome"


(Alejandra Pizarnik)


"leaving the page of the book carelessly open,
something unsaid, the phone off the hook
and the love, whatever it was, an infection."


(Anne Sexton)



ANSIEDADES-COTIDIANIDAD


"Quien pudiera como el río

ser fugitivo y eterno."


(Dulce María Loynaz)


"Day begins

with other people's needs first

and your thoughts disperse like breath"


(Deborah Ager)


"Not "Revelation" -'tis- that waits,

but our unfurnished eyes."


(Emily Dickinson)


"The light would show (if it could harden)

eterneties of kitchen garden."


(Dame Edith Sitwell)


"Una mujer en la cocina

debería ser

clavicémbalo de sueños estériles."


"Jo no tinc temps de treballar

tinc massa feina!

He de regar l'amor

mirar els estels

collir silencis verges

i avivar el foc sagrat.


He d'arborar la flama

-que arribi a ser la brasa-

he d'escombrar la casa

tenir l'ànima neta

parlar amb les orenetes

i perdre molt el temps

per escoltar la vida.


No vull saber mesures

-que l'aigua m'esvalota-

la lluna és massa plena

i no m'hi cap, al cove."


(Primitiva Reverter.)



SALVACIÓN POR LA PALABRA (O EL SILENCIO)


"Que el lenguaje fuera una cadena

porque el tiempo lo es

nos hizo dudar del tiempo

hecho de instantes

sustantivos que la memoria adverbia

como un torno en busca de la tierra

en un punto cualquiera del planeta

o el bailarín

la danza

girando sobre sí.

Dijimos el tiempo por los instantes

el lenguaje por las palabras

para aliviarnos del lento trance de cada instante

de cada palabra."


(NONI BENEGAS)



"La boca és petita per a segons quina paraula. El silenci, en canvi, és immens com un vell casalot familiar: tot hi cap, i tot s'hi perd."


(GEMMA GORGA)


"Murieron los tiempos en que dudar era hermoso.

Se acabó la quietud de crisálida.


Insertaremos versos en el instante

como por milagro

como entra en la botella un barco."



"Un poema

como una gran batalla

me arroja en esta arena

sin más enemigo que yo


yo

y el gran aire de las palabras."


(Blanca Varela)



jueves, 20 de marzo de 2008

Hitos (perdurables) de la adolescencia (III ad libitum)


En mis anteriores "posts" he hecho un viaje a mi adolescencia, evocando dos de mis hitos preferidos que aún hoy me conmueven.

Ha sido una travesía casual, no buscada, pero me ha resultado tan interesante que he querido dejar aquí un homenaje a Hesse y a The Cure.

Y todo ello me ha hecho pensar en que el indagar en nuestros hitos particulares es una vía más para encontrar la materia de la que estamos hechos.

Los "hitos" con los que nos hemos identificado de verdad en algún momento de la vida nos configuran como personas. Claro, no sé qué viene antes. También es cierto que, en momentos de búsqueda, nos centramos en aquello que provoca unas resonancias en nosotros mismos. Pero al mismo tiempo eso que hallamos nos determina; así que entre nuestros referentes y nosotros se crea una especie de retroalimentación que va creando un campo de referencias que se va ampliando durante toda la vida.

No obstante, los hitos de la adolescencia son especialmente reveladores porque en ese momento optamos por unos caminos dejando otros a un lado; caminos que tal vez exploraremos más tarde o que dejaremos descartados definitivamente.

Reconzco, pues, que mis anteriores posts han sido bastante egocéntricos, porque al hablar de Cure y Herman Hesse hablaba de mí, eso es inevitable. Pero mi reflexión quiere ir más allá y alcanzar al posible lector de estas líneas, tal vez abrumado por unos referentes que no siempre le resultarán cercanos. Me gustaría trazar un campo de referencia más amplio que esboce el mapa de posibles y variadas adolescencias.

Así que ahora quiero invitaros a hacer lo propio. ¿Cuáles han sido los dos referentes cruciales de vuestra adolescencia? Puede tratarse de música, de libros, pero también de cine, de personajes reales o de ficción, de lugares...


Ahí dejo la puerta abierta a vuestras palabras.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Hitos (perdurables) de la adolescencia II


Llegaba al concierto tarde, después de hacer malabarismos por ajustar a él mis horarios laborales; nunca había visto antes a los Cure pero era un deseo que se remontaba a mis 17 años. De camino, mientras el taxi, se abalanzaba sobre el Palau Sant Jordi, pensaba no sin inquietud: "¿Todavía me interesarán tanto los Cure? ¿No me dejará fría un concierto demasiados años postergado? ¿Conectaré con el espectáculo o será puramente una curiosidad antropológica?"

Pero salí del taxi, y reconocí los primeros acordes de plainsong, que bastaron arrastrarme a entrar cuanto antes al escenario a bañarme de esa música.
Plainsong Se podría traducir como "canción simple" o "canción sin formato": sonidos de xilófono que se van acercando desde algún lugar muy lejano, sin prisa, creando una gran expectativa...súbitamente atravesados por arañazos sucesivos del bajo, hasta que guitarras y batería se suman también para marcar un ritmo tan cadencioso como anhelante. Después de unos minutos se introducen por fin las palabras esperadas (como un susurro glacial) :
"I think it's dark and it looks like rain -you said.
And the wind is blowing like it's the end of the world -you said.
And it's so cold. It's like the cold if you were dead -and then you smiled for a second."
Las notas oscilantes de Plainsong, su oscura armonía, su diálogo crepuscular concentran para mí la quintaesencia de The Cure.
A los famosos Cure se les ha considerado representativos de lo "gótico", por su estética, o el "post-punk", por partir de la base de un rock rompedor y abierto a la experimentación. Y, si bien tendré que convenir en que domina en ellos un tono de cierto patetismo romántico junto con la base musical rock-pop, hay que subrayar que pocos grupos han plasmado una manera de estar en el mundo con tanta autenticidad.
Plainsong lo deja muy claro: nos presenta una imagen con connotaciones de muerte y fin del mundo; pero todo ello con supina elegancia, sugiriendo más que diciendo; imagen que acaba siendo barnizada por otras connotaciones de amor, de comprensión, y hasta, si se me permite, de esperanza.
La frase última es culminante:
"Sometimes you make me feel like I'm living at the edge of the world"
Aquí prevalece la ambigüedad, porque las imágenes anteriores hablaban de frío, de oscuridad, de viento; todo parece indicar un fin del mundo, un cierto suicidio espiritual a dos...Ahora le advierte él a ella que le hace sentir en el eje del mundo...¿Porque está en el final? ¿Porque no sabe si lanzarse o no al abismo?
Pero la respuesta que ella le da reformula todo el previsible final:
"It's just the way I smile -she said."
Entonces, el imaginario de muerte se acaba confundiendo con una suerte de vértigo existencial: la exaltación de la capacidad de sentir la existencia en su máxima intensidad.
Cure en su concierto hicieron acopio de toda la variedad de su repertorio, apto para paladares de diferentes requisitos. Supieron engarzar a la perfección las facetas más siniestras, proclives a la reconcentración del público, con sucesivas explosiones de pura energía; las letras más "naïve" en contrapunto con aquellas de mayor alcance político y filosófico, que suponen un discurso por sí mismas.
Y abrazando todo ello, irrumpía el sonido tan propiamente cure, con sencillez, sin artificios tecnológicos; un sonido difícil de definir: oscuro pero no monótono, con subidas y bajadas que se adaptan a la perfección a la mutabilidad del corazón; al unísono, la voz de Robert Smith en plena presencia, contundente, modulada, un hilo que arrastra al espectador a todos los viajes, todas las mareas.
En este concierto percibí como mi afición por The Cure nunca fue casual como han sido otras tantas aficiones que no han dejado huella y en las que no perdería hoy un minuto. Lo supe porque, cuando escuchaba canciones que creía haber olvidado, súbitamente se producía un reconocimiento devastador: mi yo presente se transportaba y se confundía con aquel antiguo difuminado yo; un mismo ser en la contemplación musical pura. Lo que Proust debió sentir olfateando las tentadoras magdalenas de su infancia, para mí apareció en forma de sonido bajo el espectro de un extraño ser con los cabellos erizados y los labios rojos.

Algunas canciones de la "primera época" permitían conectar con ese sonido tétrico que tan bien expresaba algunas noches adolescentes de desorientación y desesperanza.
Recordad la grandiosa The Forest, de imaginario romántico: arranca con unos acordes como pisadas para sumergirnos en un bosque misterioso en busca de algo o alguien...Se va oyendo una voz...se la persigue...para al final resultar que no hay nadie allí, sólo el que busca: "The girl was never there, it's always the same, i'm running towards nothing, again and again and again..."
O Primary, trazada sobre una sombría carretera de guitarras, en la que nos plantea con furia la rabia de irnos haciendo adultos y perdiendo la antigua inocencia: "The innocence of sleeping children dressed in white and slowly dreaming stops all time. (...) So many years have filled my heart I never thought I'd say those words...(...) The further we go and older we grow, the more we know, the less we show..."
O la claustrofóbica A hundred years: con acordes circulares nos va introduciendo en una pesadilla personal-histórica donde el mundo no termina de salir de su ensmismamiento destructivo.
A hundred years of blood / Crimson / The ribbon tightens round my throat / I open my mouth / And my head bursts open / A sound like a tiger thrashing in the water / Thrashing in the water / Over and over /We die one after the other / Over and over ...
Incluso, para los que teníamos afán literario, había canciones en las que podíamos recuperar referentes ineludibles, como Camus y El extranjero (en el caso de Killing an arab) o Baudelaire y el Spleen de Paris (en How beautiful you are); huellas que permitían que el escuchante se implicara todavía más en lo que oía (puesto que añadía sus propias connotaciones de sus lecturas.)
Pero también había otro tipo de canciones para momentos de sensibilidad pop. Así, los meandros agridulces del alma romántica son exaltados en canciones de una ternura subyugadora a la par que melancólica como "Just like heaven", "Pictures of you" o "Lovesong" (canción con la que se dice que Robert Smith pidió matrimonio a su actual mujer), perfecta en su sencillez y frescura:
"Whenever I'm alone with you, you make me feel like I am home again...Whenever I'm alone with you, you make me feel like I am whole again..."
También nos brindaba el camaleón canciones que nos fueran eco para las manifestaciones más viscerales de los propios instintos, como en The Kisss, en la que, después de una introducción tan rota como ebria, gime como si le quedara un minuto de vida: "Kiss me, kisss me kiss me, your tongue is like poison so swollen it fills up my mouth (...) I never wanted this, I never wanted any of this...I wish you were dead..."
El repertorio no olvidó tampoco grandes temas de tono vitalista y ritmo bailable como "Why can't I be you", "Hot hot hot" o "Friday I'm in love." Cuando Robert las cantaba el otro día súbitamente todo el público tenía 18 años y una energía desbordante en el cuerpo que pugnaba por salir.
No obstante, para mi modesto gusto, en los momentos en que el concierto fue más sublime, y en los que rozaba mejor el centro de su peculiaridad, fue en temas como Plainsong, hipnóticos e indeterminados. Temas que, como las grandes piezas de música clásica, llevan progresivamente al escuchante por diversos estadios y le tienen en vilo hasta que desemboca en el único final posible.
Este es el caso de "Disintegration" o "From the edge of this deep green sea", canciones representativas de Disintegration y Wish respectivamente. Imprescindibles: música para dejarse balancear en el filo del abismo, como si fuera el estado más natural del hombre:
"Every time we do this / I fall for her / Wave after wave after wave / it's all for her.
(..)
And so we watch the sun come up from the edge of this deep green sea."
The Cure hacía sentirse vivo con todo lo que supone en una agitada alma adolescente: percibir el lado oscuro de la existencia, los temores, la angustia por el incierto destino; sobrecogerse por una palabra dicha, por un rostro o un recuerdo que relumbra fugaz en la grisura del día; dejarse llevar por un sordo dolor o por una alegría ciega. Todos los estados estados emocionales, todos los instantes podían verse alumbrados por esta música tan fantasmal como gozosa.
Si Herman Hesse nos ayudaba a encontrarnos en nuestra unidad por encima de las vicisitudes cotidianas, The Cure nos acompañaba en todas nuestras vacilaciones. Y en realidad una tendencia se acompasaba perfectamente a la otra. Como narraba Herman Hesse en Demian o Siddharta, el camino hacia la serenidad plena no se puede alcanzar desde una habitación blanca aislada del mundo, sino después de atravesar los placeres y dolores de la vida con toda el vigor con que son solicitados.
Para eso teníamos, y tenemos a The Cure: para abismarnos en nuestras emociones, abrasarnos en la hoguera de nuestras pasiones, para después salir de allí blanqueados, renacidos.
Y, si no lo creéis, haber observado la noche del 10 de marzo los rostros de los muchachotes treintañeros mientras salían del concierto: altas horas de la madrugada, autobuses a reventar de personal resudado...Pero incólumes a las incomodidades terrenales, lucían su sonrisa de éxtasis por doquier. Si se les hubiera preguntado el por qué de esa expresión tal vez hubieran respondido:
"Sometimes you make me feel like I'm living at the edge of the world."

jueves, 13 de marzo de 2008

Hitos (perdurables) de la adolescencia (I)



Esta semana he disfrutado de un auténtico viaje a mi adolescencia, a través de dos de mis 'hitos' con los que me he cruzado casualmente: Herman Hesse y The Cure.

Siempre he pensado que mi adolescencia fue demasiado tranquila y discreta, con poca tendencia a la transgresión. Ello me resulta más llamativo aún cuando me comparo con los adolescentes de hoy, prestos a la provocación y al alardeo de una libertad que se da por supuesta. Sin embargo, tal vez no era tan diferente a ellos. Simplemente mis referentes eran distintos. Un adolescente necesita identificarse con algo, lo que sea: ideas, personas, grupos musicales, libros...Cualquier imagen que represente su propia especificidad, eso que los hace tan diferentes a sus padres y a ellos mismos de niño.

Mi adolescencia han sido Herman Hesse y The Cure por encima de todo otro referente. Y lo sé con tanta seguridad como intensa es la resonancia que siento al ponerme de nuevo en contacto con ellos. Dicen que el sentido que más nos puede transportar al pasado es el olfato, tal y como reza el famoso ejemplo de la madalena de Proust. No obstante, para algunos puede ser no menos determinante el influjo de la palabra y de la música, cuando han sido englutidas con concentrada avidez.

Hoy voy a hablar de Demian y de su relectura.

Desde la primera página me impactó la modulación de la voz narrativa. La evocación que hace Emil Sinclair de su paso de la infancia a la madurez resulta sobrecogedora en su visualización de ese paraíso perdido . "Muchas cosas consevan aún su perfume y me conmueven en lo más profundo con pena y dulce nostalgia."

La novela habla fundamentalmente de la búsqueda de ser un0 mismo: descubrir lo que mana del propio interior, aceptarlo como destino y no temer ser lo que uno tenga que ser, haciendo caso omiso de los requerimientos de "la manada" que nos rodea. Para una persona sensible resulta una inquietud importante de la adolescencia: parece que el entorno invita a que "hay que divertirse, pasarlo bien", salir todo lo que se pueda, tener todos los amigos y ligues posibles...Pero uno puede sentirse insatisfecho con ese simple y básico carpe diem, aunque no ose admitírselo sin un deje de sentimiento de culpa, porque lo que "mola" y lo que nos hace sentir queridos es seguir la estela de lo que hace y siente la mayoría; y en la adolescencia la mayoría dice: rompe reglas, pasa el tiempo divirtiéndote; piérdete en los sentidos, disfruta porque el día que te despiertes de esa dulce embriaguez ya serás adulto y tendrás que hacer todo lo que se espera de ti.

En momentos de contradicción y búsqueda, cuando el ansia por tratar de pensar con profundidad parecía chocar contra la realidad que nos rodeaba, el hallazgo de Demian se erigía como un tesoro. No sólo el hallazgo de Demian, sino, sucesivamente, la comunión con cuantos lectores de Demian encontráramos por el camino; esos, esos eran personas de los que podíamos fiarnos.

Demian relata una búsqueda sin asideros. Sólo hay una persona que inspire este crecimiento desgarrador de Sinclair: la imagen de su admirado Demian. No es un amigo constante, no comparten mil jaranas, sino que se encuentran y desencuentran en sucesivas ocasiones durante el camino de crecimiento. Sin embargo es la persona más real de su vida. Le inspira el orgullo de la soledad, la capacidad de buscar la sabiduría en su interior; el aceptar que lo bueno y lo malo forman parte insoluble de cada individuo; el aprender a vivir en un estado de conciencia que permita sentirse en sintonía con el universo. Pero este crecimiento implica un gran dolor porque conlleva renunciar a la seguridad que sentíamos de niños en un universo cerrado de nuestros padres y maestros; así como al contentamiento fácil que supone integrarse en lo que el mundo espera de nosotros: derroche en la adolescencia, para, una vez desbravados, desembocar en una vida estrictamente pautada de antemano en la vida adulta.

Os recuerdo algunas frases que darán idea cabal del tono del libro:

"Nada hay más molesto para el hombre que seguir el camino que le lleva a sí mismo."

"Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo."

"No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir."

"Quien desee solamente cumplir su destino, no tiene modelo, ni ideales, nada querido y consolador. Este es el camino que habría que seguir."

"Sólo se tiene miedo cuando se está en disensión consigo mismo."

"Había amado y, a través del amor, se había encontrado a sí mismo. La mayoría ama para perderse."


Leer Herman Hesse entonces era ya una especie de insignia. Significaba que uno era "profundo", "espiritual". Aparte de ese detalle anecdótico, ahora carne de chascarrillo para la tertulia con los buenos amigos, algo había auténtico en esas lecturas, puesto que al retomarlas ahora, pasados los treinta, no me deja indiferente.

Leer Herman Hesse era una herramienta, un asidero útil para centrar las fuerzas en buscar el propio camino y no dejarse diluir totalmente por el entorno. Releo a Hesse (Siddharta, que entiendo mejor hoy, que he vivido más, y Demian, que entiendo más seguramente aunque entonces lo sintiera con mejor con la intuición) y me digo que no es nada casual que eligiera esa lectura por encima de otras.

La obsesión por buscar y encontrar el propio destino parece que acompaña algunas personas desde que tienen uso de la razón. Esa indagación diríase que confiere sentido a todos los pasos, incluso los erróneos, que podamos ensayar persiguiendo lo que nuestra intuición nos dicta. Hasta de los fracasos y desengaños aprendemos, siempre que mantegamos como bandera esa búsqueda de "quién soy yo en realidad y para qué estoy llamado al mundo".

Lo gracioso del tema es que, cuando leíamos a Hesse, probáblemente pensábamos que lograríamos encontrar "cuál era" la especificidad de nuestro propio destino. Hoy me doy cuenta que la única verdad de todo ello es el propio camino. El destino no era alcanzar ningún puerto, ni lo he alcanzado hoy ni creo que lo alcance nunca; el destino era no olvidar nunca que había que vivir con los ojos abiertos, buscando siempre un espacio para la conciencia, para entender mejor el paso de los días y lo que uno extrae de ellos.

La lección de Demian puede consistir simplemente en esto: el asumir que la vida es un interrogante que nunca tendrá respuesta definitiva; pero sobre el cual vale la pena indagar continuas respuestas. Hay misterios sembrados como joyas en el día que vale la pena contemplar con atención...mientras uno se va viendo crecer en años.