"Abre los ojos" de Amenábar (1998) ha sido la película con la que inicié el cinefórum.
La elegí por su cualidad de artefacto que descuartiza nuestra mirada; o, más bien, que marca un hiato en la relación entre imagen y realidad.
Abre los ojos demuestra a la perfección que la realidad que vemos en la pantalla es siempre cuestionable; más aún, que la misma realidad en que vivimos es subjetiva y mutable.
Se podría objetar que es una película vacía, puro ejercicio de confusión en torno a una indeterminación total de significado. Sin embargo, tal vez por esa misma condición de incertidumbre, es una película que adoro.
Además, mantiene algunos elementos habituales en los thrillers y en las películas románticas, que hace que su ingestión, al menos en la primera parte del film, sea ligera. De hecho hay mucha malicia en esta película de cara al espectador medio: comienza de manera muy diáfana, muy cercana a todo el mundo y después, una vez nos tiene relajados en la butaca, pendientes de los amores y desamores de los personajes, sin más: ¡zas! nos inocula el veneno de la confusión.
Os recuerdo el argumento:
Se nos presenta a César, un muchacho de clase alta y afortunado. Todo le sale a pedir de boca: una hermosa casa, bienes materiales asegurados de por vida, un puesto de importancia en una empresa (ello a resultas de la muerte prematura de sus padres en un accidente, todo hay que decirlo); un amigo fiel (Pelayo) que permanece a su lado a pesar de los pesares; un rabioso éxito con las mujeres, que le lleva a poder apoderarse de cuantas se le antojen...
Un día en una fiesta conoce a una chica que por fin le impacta de verdad (Sofía). Pese a que su amigo le ha confesado que "podría ser el amor de su vida" a él le trae sin cuidado y comienza a seducirla: parece que el enamoramiento mutuo ya es inminente.
Sin embargo, al salir de la casa de la posible nueva conquista, le espera Nuria, la amante incondicional despechada. Ésta le propone llevarle a casa en coche. Él se niega pero, ante la insistencia de ella, no sabe oponerse y se deja llevar. La "mujer fatal" entonces, después de preguntarle si cree en Dios, acelera su coche al máximo y en un instante los precipita a ambos por una cuneta. Ella muere, él sale gravemente perjudicado: su rostro desfigurado será su horror, y el hazmerreír y asco de la sociedad.
De golpe (como en el Segismundo de La vida es sueño, fuente de la que ha bebido sin duda), su destino se ha invertido. De ser el triunfador por excelencia se convierte en el fracasado. Y no soporta verse en tal tesitura. Invierte todo su capital en médicos para que le reconstruyan la cara, pero no logra alcanzar la normalidad deseada.
Su vida se convierte en un infierno. Se odia a sí mismo; odia a los demás, que nunca podrán ponerse en su piel y sentir lo que él siente; odia a Sofía que ahora le rechaza, y a Pelayo, que parece vivir la vida que él quisiera, cuando siempre había sido a la inversa.
A partir de aquí, se nos sumerge en un mundo fantasmagórico y confuso. En algunos momentos parece que le han reconstruido la cara, su vida vuelve a la normalidad y a la felicidad total, con Sofía a su lado. En otros instantes el paraíso se convierte en pesadilla: su cara continúa igual; o se encuentra con Nuria en vez de Sofía a su lado en la cama e intenta ahogarla, tan profundamente la aborrece.
Su vida va entrando en espirales cada vez mayores de horror y desorientación. Le han detenido, está en la cárcel, pero ya no recuerda nada: no sabe si mató a Nuria o a Sofía, no sabe si su cara se recuperó o no...Llegados a un punto, el espectador, como el protagonista, ya no sabe distinguir si está despierto o soñando; si está cuerdo o se ha vuelto loco por completo.
Para subrayar toda esta ambigüedad. Amenábar se sirve de fuertes imágenes como la del despertar y la del espejo. En repetidas ocasiones durante la película, se nos devuelve a la escena del personaje en su cama y una voz que le anuncia cariñosa: "Abre los ojos"; cada vez que dicha escena aparece, ya dudamos si la última escena vista era una realidad o un sueño. Asimismo, obsesivamente César se contempla en el espejo cuando se levanta de la cama, a mitad de la noche, y ni él ni el espectador sabemos a ciencia cierta cuál va a ser el estado de su rostro.
Al final, después de muchos reveses del argumento, al protagonista se le convence de que hace tiempo que lo que vive no es real, que está viviendo dentro de su propio sueño (ya que él pagó una suma enorme por vivir en una realidad virtual una vez muerto, y luego se suicidó). Le dicen que para volver a la realidad (la del mundo futuro en que habrán podido resucitar a su cuerpo congelado) sólo tiene que suicidarse. Se precipita hacia el vacío y...como escena final nos presentan simplemente un fundido en negro, y la frase emblemática nuevamente "Abre los ojos". Alguien le está invitando a César a despertarse, pero no sabemos quién ni dónde. Hemos perdido todo referente espacial y temporal.
Al unísono, el espectador siente que se le está apelando de manera personal a través de la pantalla; como si quisieran decirle: "Tranquilo, ya ha acabado todo, ya no voy a hacerte sufrir más en los vaivenes entre la realidad y el sueño: abre los ojos, enciende las luces, aléjate de la pantalla y podrás respirar aliviado porque tu vida sí es real; olvida el desasosiego que he tratado de inocularte, era una gamberrada mía y nada más. Abre los ojos, mira, toca, asegúrate de que tu vida es cierta y de que la estás viviendo como quieres, tal como la vivirías en tu imaginación."
Tras el abrupto final, mil interrogantes se crean en el espectador. ¿Es cierta la historia futurista de que estaba congelado viviendo en un sueño desde mucho tiempo antes? ¿O el protagonista ha estado en coma desde el accidente y todo absolutamente ha sido una fantasía de la inconsciencia? O bien ¿estaba ya soñando desde un principio, y la película entera es un sueño, con sus idas y venidas casi inverosímiles?
Si alguien busca persigue un tipo de cine con final cerrado y tranquilizador, que olvide Abre los ojos.
Mis alumnos quedaron totalmente desorientados después de la palabra fin, y me repetían "No se entiende". Y yo me sonreía: "Pues claro que no se entiende, esa es la gracia." Pero después fuimos comentando la película y poco a poco fueron comprendiendo que el motor de la película era la propia confusión en el espectador, y que por tanto era imposible que la resolución al final fuera clara.
El mismo día del visionado se quejaron mucho, sin duda sintiéndose estafados por el director, que los había llevado de un lado a otro como dominguillos para luego abandonarles en el más completo vacío.
Sin embargo, después de reflexionar con su cuestionario, resultó que a muchos de ellos les había impactado tanto el ritmo como el tema de la realidad y el sueño. Sólo una persona siguió afirmando que no le había gustado.
Conclusión: a veces se acostumbra al gran público a pensar que una película es buena si acaba bien o con una moraleja clara o si permite disfrutar durante todo el tiempo del visionado; ¿qué hay de las miles de películas que te proporcionan un desarraigo interior total y te fuerzan a mover la retina unos grados hacia una dirección desacostumbrada?
Si veo a los alumnos incómodos y silenciosos al acabar la película, buena señal: algo en ellos se está removiendo.
3 comentarios:
¡Afortunada tú que puedes experimentar con cine adulto y procurar abrir los ojos al juego cinematográfico de la ambigüedad, confusión y el claroscuro! Es una película espléndida para el cinefórum, que antaño estuvo tan en boga y que hoy, desgraciadamente, se ha perdido. Pero para esto hace falta un público adulto. Lo echo a faltar. Un cordial saludo.
Gran película para el inicio del cinefórum. Qué valiente!
Ya no recordaba el argumento, sólo el desasosiego que me produjo. Quizás debería volver a verla.
Aunque sean distintas en la forma, la película de Matrix me desorientó de manera parecida.
Lo que parece real en un principio va cambiando también de manera sorprendente. Inquieta mucho, verdad?. Yo salí del cine descolocada y flipada.
Cuéntanos que vereis en el próximo cinefórum y sigue abriéndonos los ojos a todos.
Un besazo
Y aquí llega el disidente. No niego las virtudes del film en un cine fórum y respeto por supuesto tu visión. Desde mi punto de vista, Abre los ojos es un timo.
Amenabar dirá que no, pero es irritante comprobar como toma o roba más de una y de dos "ideas prestadas" de Carretera Perdida de David Lynch. Creo que además no es consecuente con su propuesta. Porque si se dedicen asumir determinados riesgos, es muy triste comprobar como a medida que avanza el film, Amenabar va reculando en dichos riesgos. Aparenta algo que no es y eso me cabrea. La parte de la ciencia ficción que va tomando forma en la parte final del film ¿Casualidad? es irrisoria y ridícula y parece solo tener justificación en el film para tranquilizar a las "audiencias intranquilas" (y es una opción cobarde, cobarde).
Tiene una presentación cautivadora, un desarrollo más o menos aceptable pero que pierde fuelle y un deselnace totalmente decepcionante, que sinceramente da al traste con toda la película. Porque Amenabar se esfuerza tanto en hacer comprensible la tela de araña que teje, que en el desenlace se le notan demasiado los costurones. Ese empeño en hacerla comprensible y salirse por la tangente como hace de forma cobarde, ya digo, me parece decepcionante.
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